viernes, 13 de febrero de 2009

La Constitución salvadoreña no ampara a “manos caídas”

Por Omar Baños (www.elfaro.net; mayo 2006)

No me queda duda que El Salvador hoy es mejor que ayer. La Constitución ya no amparará a “manos caídas”. Que alivio que los Ilustres diputados aprobaron la enmienda de la Constitución para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo y prohibir que los homosexuales puedan adoptar niños. ¡Oh yeah baby!, nada de mariconerías. Aquí es un país de machos, como lo dijo un diputado.

Pero ahora en serio. Aunque falta que la enmienda sea ratificada por la nueva Asamblea Legislativa, es una acción legislativa que da pena, crea una terrible preocupación sobre un Estado religioso homofobo que busca vender aire embotellado. ¿Pero qué es nuevo en nuestro país, no es cierto?

Algunos países, como España, ya han ratificado que es decente y humano permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. En El Salvador ni se ha debatido el tema. A alguien se le ocurrió que era mejor parar en seco un movimiento que aún no existe.

Yo no acabo de entender: ¿Cuál es el mal social que causarían los matrimonios homosexuales? Cabe preguntarle a los Ilustres diputados y al Excelentísimo presidente Antonio Saca, ¿qué problemas sociales, políticos y económicos resuelve la enmienda constitucional?, ¿cómo ayuda a resolver la pobreza, la delincuencia, el problema de las maras, la discriminación, la falta de acceso al cuidado de la salud, los divorcios, la desintegración de la familia, los abortos, y las pupusas medio crudas?

No resuelve nada; absolutamente nada. Al contrario, crea más oportunidades para que la gente violenta y homofoba justifique ataques y violencia en contra de las personas homosexuales en El Salvador; crea más libertad para que los padres maltraten a sus hijos por ser homosexuales; crea más autoridad para que cualquier pelagato mate a un homosexual. En el fondo, esta acción es una banderilla roja a la que tenemos que prestar mucha atención sobre todo por el discurso fascista que se maneja para justificarla.

El argumento es que con esta restricción y prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo se salvaguardará el progreso de la sociedad salvadoreña, la procreación, la consolidación de la raza salvadoreña, la institución de la familia nuclear y el incremento poblacional del país. Más parece una limpieza social con guantes blancos. ¿Alguien recuerda por qué Hitler quería exterminar a un determinado grupo racial/social?... porque era un grupo que no cabía dentro de los parámetros que había determinado el gran jefe. Y parece que los homosexuales no cabemos en el gran plan de nación de El Salvador.

Aunque la enmienda está lejos de abogar por la erradicación de los homosexuales, no dudo en sugerir que en ese camino vamos. ¿Cuál es el trasfondo de esta acción homofóbica? Ahora es la prohibición del matrimonio homosexual, ¿mañana que será, la prohibición del matrimonio entre dos zurdos porque los zurdos representan la izquierda (ojo los del FMLN) y al diablo y no traen nada bueno para el crecimiento de la raza guanaca?

Parece un disparate, pero lo cierto es que el raciocinio de los conservadores se traduce a una postura agresiva empujada por el miedo y por un sentido de supremacía moral. “Borremos a los homosexuales del mapa social del país” parece escucharse entre las páginas de aquel periódico que no vale la pena mencionar. Ahora están pidiendo modificar la Constitución sobre el asunto del matrimonio, mañana pedirán que los homosexuales sean encerrados en una casa de locos porque la homosexualidad es una enfermedad mental. ¿Y después que pedirán los que detestan la homosexualidad… la guillotina para los homosexuales?

Esta paranoia de vender aire embotellado me huele a fascismo. Se ha identificado un grupo relativamente vulnerable, sin poder, sin respaldo y “moralmente inferior”. Todo con el afán de evitar llegar al culo del mundo (por lo menos en la cabeza de los fanáticos conservadores) el gobierno ha tomado el paso debido en oprimir más a un grupo ya oprimido. Les tengo noticias: Ya estamos en el culo del mundo con legisladores como los que tenemos; ya no pueden oprimirnos más.

A la larga, aguantaremos la tormenta. Pero antes, el detrimento del bienestar de la comunidad gay, lésbica, bisexual y transgénero se lo deberemos a los diputados, pero sobre todo al diputado Rodolfo Parker quien propuso dicha enmienda y al presidente Antonio Saca por apoyarla abiertamente como algo necesario para imponer valores morales homogénicos basados en el cristianismo excluyente. Todos los que luchamos por la justicia social tenemos que hacerlos responsables por estas acciones.

Lo más indignante sobre todo el asunto es la autoridad moral que se otorgan los diputados. ¿Qué autoridad moral tienen para decidir que una persona homosexual no puede adoptar a un niño o niña? No me sorprenderá que en un futuro no lejano quieran legislar para que las personas homosexuales con hijos biológicos pierdan la custodia de sus hijos y pasen a un orfanato de niños huérfanos de padres homosexuales. Sin duda parece que para los conservadores es mejor tener a un niño con piojos en un orfanato a que esté atendido y sea querido por unos padres homosexuales.

Algo aún más indignante y vergonzoso es señalar la desfachatez del Ejecutivo. Al apoyar la enmienda, contradice y muestra la hipocresía del eslogan de “sentido humano” de su gobierno. ¿Qué tiene de sentido humano y de democrático excluir y discriminar en la Constitución a un grupo de ciudadanos que no han creado ninguna insurrección contra el gobierno y que no han causado ningún mal social?

Tarde o temprano los diputados, la Asamblea Legislativa y el Ejecutivo tendrán que rendir cuentas. Pero será más temprano que tarde porque ya que se han dignado en “atender” a los ciudadanos glbt, los diputados y el Ejecutivo tienen que atender verdaderamente los problemas de discriminación por orientación sexual, la falta de oportunidad de trabajo de la comunidad glbt, la falta de equidad en la educación para los jóvenes glbt. De paso, deberían de legislar para sancionar a padres de familia que golpean, maltratan y expulsan a sus hijos e hijas por ser homosexuales.

No dudo que un gobierno y los diputados comprendan y tengan la decencia de no ratificar las enmiendas que fueron aprobadas por la legislación pasada.

Las palabras se respaldan con acciones. Ojalá que el presidente de El Salvador y los diputados de ARENA respalden con acciones el eslogan de su gobierno. No ratificar la enmienda sería verdaderamente representativo de un gobierno con “Sentido Humano”.

El discurso que el Presidente Saca debería hacer*

El discurso que el presidente Antonio Saca debería hacer ante la Asamblea Legislativa con respecto a los derechos civiles de los salvadoreños de la comunidad GLBT.

Respetables legisladores, colegas, amigos y correligionarios:

El Salvador es un país democrático. Hace 14 años firmamos los Acuerdos de Paz. Cerramos un capítulo oscuro de nuestra historia de censura, violencia, persecución e injusticia. El mundo nos conoció como un país ejemplar por tener la capacidad y madurez de lograr un acuerdo que satisfizo a todas las partes en contienda. Nos comprometimos con la democracia.

Desde la firma de los Acuerdos de Paz, no ha sido fácil sostener nuestra democracia. Hemos tenido nuestros retos y los hemos sobrellevado. Tuvimos la capacidad de dejar las armas. Hemos aprendido en el camino a competir con ideas, a discutir civilizadamente, a entablar el diálogo, a respetar al adversario político. Hemos tenido la capacidad de encontrar puntos intermedios que acomoden nuestras diferencias. Todos nos hemos incorporado a un proceso de inclusión, aceptación y compromiso con el futuro de El Salvador.

Nuestras decisiones han fortalecido nuestra democracia. Nos permite mantener nuestra individualidad sin perjudicar a nuestro vecino, a nuestro hermano, a nuestros cónyuges. Nuestra democracia nos permite las cosas más esenciales de la vida: respeto, derechos, responsabilidades, sueños. La democracia funciona dentro del marco de las leyes, las cuales son responsables y alientan la seguridad y el bien común.

Nuestras leyes no son perfectas. Nuestras leyes responden a momentos puntuales y necesidades precisas. Las leyes indiscutiblemente caducan. Son innecesarias una vez evolucionamos como sociedad. Las leyes que una vez fueron urgentes para proteger a los ciudadanos y tradiciones pueden resultar obsoletas al no satisfacer las necesidades actuales. Al final, las leyes hechas por los hombres pueden convertirse en leyes atroces y déspotas, contraviniendo la Constitución de El Salvador. Y ninguna ley debe subvertir, destruir ni sobrepasar a la Constitución. Al contrario, cualquier ley debe de tener la finalidad de fortalecer a la Constitución del país.

Durante los últimos meses nuestro país se ha ocupado en el debate sobre los derechos civiles de una minoría y una reforma constitucional. Estoy hablando de los ciudadanos salvadoreños gay, lesbianas, bisexuales y transgénero.

Aunque en una democracia la mayoría puede establecer las reglas y regulaciones a través de los diferentes procesos legales y legislativos, la misma democracia exige que esas regulaciones sean justas, humanas y responsables con las minorías. La mayoría, en una democracia, no tiene un cheque en blanco. Al contrario, carga con muchas más responsabilidades.

La democracia nos obliga a encontrar el balance político, social y económico que garantice el bienestar social de cada uno de los salvadoreños. Eso nunca tenemos que olvidarlo.

El debate sobre la reforma constitucional para prohibir los matrimonios entre personas del mismo sexo carece de ese principio básico de la democracia. Nosotros, la mayoría heterosexual, no podemos infringir en un derecho de todos los salvadoreños. Que el miedo y el desconocimiento no sean la mano que ratifique la reforma.

No debemos de perder de vista quienes van a ser afectados por esta reforma constitucional. Nosotros conocemos a los hombres y mujeres cuyas vidas cambiarán por esta reforma. Convivimos con ellos. Pueden ser nuestras hermanas y hermanos, nuestros hijos, nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo. Son parte de nuestra Nación, de nuestras vidas, de nuestra cultura, de nuestro futuro.

Negarles el mismo derecho que tenemos los heterosexuales es aceptar que no todos los salvadoreños valemos lo mismo ante la Constitución de El Salvador. Y eso dista de la verdad. Todos, sin importar nuestras creencias o identidad sexual o raza valemos lo mismo ante la Constitución de El Salvador. Y eso está garantizado en nuestra Constitución.

Como presidente de El Salvador, comprendo que el matrimonio entre personas del mismo sexo incomoda a una gran mayoría de salvadoreños. Es nuestra cultura, nuestra herencia religiosa la que se siente amenazada. El concepto de dos personas del mismo sexo en matrimonio nos reta a pensar, a comprender y a visualizar la realidad de un sector de nuestra sociedad que históricamente ha sufrido violencia física y emocional. Pero reformar la Constitución para apaciguar miedos religiosos y falta de conocimiento no es la mejor respuesta. Debemos de consultar a expertos para que nos ayuden a comprender esta encrucijada y para que no cometamos errores que podamos lamentar en el futuro.

Nuestra responsabilidad como legisladores y gobernantes es de encontrar un punto intermedio en el que todos podemos convivir dentro de los parámetros del respeto, la responsabilidad y la felicidad. El miedo de la mayoría, nuestra ignorancia de lo diferente, no justifica la injusticia que está por cometerse en contra de una minoría.

Ustedes, como legisladores, y yo como Presidente del país, somos responsables de velar, cuidar y respetar los derechos de cada uno de los salvadoreños sin importar su raza, religión, clase social o identidad sexual.

Es por eso que hoy, como presidente de El Salvador, como salvadoreño, vengo a solicitar a ustedes que olvidemos los extremos y encontremos soluciones mediáticas, reales y responsables.

Yo les pido que no ratifiquen la reforma propuesta. Yo me comprometo a trabajar con ustedes para poder crear leyes justas que garanticen los derechos de todos los salvadoreños sin violar ni discriminar a ningún salvadoreño y para salvaguardar una verdadera democracia. Podemos trabajar juntos en la creación de una ley que garantice las responsabilidades y derechos legales de una pareja de personas del mismo sexo dentro del marco de derechos civiles. Los matrimonios religiosos dejémoselos a la iglesia. Nosotros ocupémonos de las leyes civiles.

Hace 14 años mostramos nuestra capacidad de conciliación y unidad con los Acuerdos de Paz. Hoy, la historia de nuestro país nos llama a mostrar esa misma capacidad de tolerancia, comprensión y respeto en un tema desconocido para nosotros. Nuestra democracia no se fortalecerá con una reforma a la Constitución. Al contrario, nuestra democracia solamente será testigo de una injusticia social inadmisible y será una democracia mediocre que no respeta, no valora y no aprecia la diversidad del ser humano.

Que Dios bendiga a todos los salvadoreños.

(Este artículo mío fue publicado por www.elfaro.net en septiembre 2006. Enlace al original: http://www.elfaro.net/Secciones/opinion/20060918/opinion7_20060918.asp


Primero lo primero

Hace más de tres años abrí un blog y no pasé de la primera oración. Ahora espero tener mejor suerte. Espero que las estrellas se alineen y dedicarle tiempo a la escritura y la opinión. Mi interés principal es la política sobre identidad sexual y VIH en El Salvador. Aunque no radico en el país, siempre he mantenido un interés sobre los avances y retrasos del movimiento gay salvadoreño. Tengo mucho que decir, ya sean burradas –que más de alguno las considerará así— o cosas de interés para los que gustan debatir sobre estos temas.

Espero escribir ensayos de opinión sobre temas puntuales que los medios de comunicación en El Salvador no se atreven a tocar o que les da igual. También haré el intento de escribir sobre el movimiento gay salvadoreño y mis apreciaciones sobre lo que podríamos estar haciendo desde una perspectiva de activismo participativo del pueblo gay salvadoreño.

He tenido el honor de escribir para www.elfaro.net sobre temas que nunca una publicación de prestigio se había atrevido a incluir en su contenido de página de opinión. Además, creo que tanto El Faro como yo hemos sido los primeros en El Salvador de identificarme abiertamente como gay y como columnista de opinión de la publicación. Quizá me equivoque, pero hasta donde sé, soy quizá el único. Cómo me gustaría que otros periodistas, opinionistas y demás de otros medios de comunicación pudieran hacer lo mismo. Pero no alucino porque comprendo muy bien las complejidades de la discriminación, homofobia y la sobre vivencia en El Salvador. Así que hay mucha tela que cortar. Hay que afilar las tijeras.